Vivimos en un mundo cuyas noches han perdido su oscuridad natural, la gran presencia de luminosidad ha afectado al cielo a causa de nuestro consumismo de luz artificial. Está comprobado que la iluminación exterior se convirtió en algo común con la introducción de la luz eléctrica y creció a una tasa estimada de 3 a 6% anual durante la segunda mitad del siglo XX, como resultado, el mundo ha experimentado una “pérdida de la noche” generalizada, experimentando ciclos luz-oscuridad sustancialmente modificados ( 1 ).
Foto: Sociedad Peruana de Derecho Ambiental SPDA
Estos datos nos indican un mal manejo de los niveles de radiación luminosa ocasionando impactos negativos para la flora, fauna y el bienestar humano dando lugar a la contaminación lumínica, lo cual no se condice a un adecuado desarrollo sostenible y que afectaría gravemente la salud de las personas. En este sentido, cuando hablamos de contaminación lumínica es la emisión directa o indirecta hacia la atmósfera de flujo luminoso procedente de fuentes artificiales, en distintas intensidades y/o rangos espectrales, la fuente de luz no es proporcionada para la realización de las actividades previstas en la zona donde se han instalado los focos luminosos, tratándose, por tanto, de una iluminación inadecuada que produce un consumo energético y económico excesivo.
Las principales causas son luminarias con mal diseño o que no cuentan con la tecnología adecuada, o colocadas de forma inapropiada que conlleva a que no se ilumine el objeto o espacio, sino que la luz que emiten se dirige hacia otras zonas; luminarias ineficaces y contaminantes en tanto, el espectro de luz que emiten no es útil para el ser humano ( 2 ). Así también, el uso de paneles publicitarios de gran luminosidad. Las consecuencias de este tipo de contaminación es la alteración del medio ambiente ello en tanto, el ciclo de luz y oscuridad determina funciones vitales de la naturaleza, creando un grave problema en los seres vivos y un mal gasto energético y económico, en tanto, se calcula que la luz no aprovechada supera el 25% hasta el 50%.
Así según un estudio publicado en el año 2017 ( 3 ), la luz artificial amenaza el 30% de los vertebrados y más del 60% de los invertebrados que son nocturnos, ello porque altera la capacidad de reproducción, la búsqueda de alimentos, la migración; asimismo, afecta a plantas y microorganismos. A nivel del ser humano, según el especialista en salud ambiental Ron Chepesiuk, la exposición a la luz durante la noche puede trastornar la fisiología circadiana y neuroendocrina, acelerando el crecimiento de los tumores, así también puede producir trastornos del sueño y disminución de melatonina. Del mismo modo, la exposición excesiva a la luz artificial al inicio de la vida puede contribuir a un riesgo incrementado de depresión y otros trastornos del ánimo en los seres humanos ( 4 ).
Ahora bien, ¿Existen soluciones para la contaminación lumínica?
Las alternativas de solución van desde la difusión y conocimiento a la sociedad civil sobre este fenómeno hasta la propuesta de su regulación jurídica en el país para su exigibilidad a la autoridad competente. En este sentido, la prevención es clave para afrontar el problema, se puede empezar reduciendo los horarios de las luces que iluminan las fachadas de los monumentos y sustituyendo, de manera progresiva, las bombillas que se funden por otras de menor consumo y mayor eficiencia.
Es importante crear un marco jurídico como Chile ha buscado evitar la emisión de luz hacia el cielo y promover la utilización de tecnologías que obstaculicen la observación astronómica a fin de promover la calidad ambiental de los cielos. En Perú recientemente se ha sometido al Pleno del Congresos el Proyecto de Ley N° 7193/2020-CR, “Ley de Prevención y Control de la Contaminación Lumínica”, el cual centra su propuesta en tres tipos de regulación: Primero, horarios, niveles y ubicación de los paneles led; segundo, evitar la iluminación innecesaria del alumbrado público y tercero, establecer horarios para la iluminación en actividades deportivas, industriales y otras.
Foto: National Geographic, Mapa de contaminación lumínica
Por otro lado, como indica el científico italiano Fabio Falchi del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Contaminación Lumínica (ISTIL), es necesario contar con un mapa de contaminación lumínica para saber qué zonas en el país son las más afectadas ( 5 ), de tal manera que pueda efectuarse una adecuada fiscalización por parte de los órganos competentes y establecer medidas correctivas que garanticen el derecho a un ambiente sano y equilibrado y, el derecho a la salud de la población.
Fuentes revisadas:
( 1 ) La superficie de la Tierra iluminada artificialmente durante la noche aumenta en luminosidad y extensión. Sciences Advance. https://advances.sciencemag.org/content/3/11/e1701528
( 3 ) La superficie de la Tierra iluminada artificialmente durante la noche aumenta en luminosidad y extensión. Sciences Advance https://advances.sciencemag.org/content/3/11/e1701528
( 4 ) Chepesiuk, Ron. (2010). Extrañando la oscuridad: los efectos de la contaminación lumínica sobre la salud. Salud Pública de México, 52(5), 470-477. Recuperado el 02 de noviembre de 2020, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0036-36342010000500015&lng=es&tlng=es.
( 5 ) Falchi, Fabio (2016). El mapa de la contaminación lumínica y sus efectos. Recuperado el 16 de mayo de 2021 de https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/actualidad/mapa-contaminacion-luminica-sus-efectos_10824/5
Sobre el autor:
Kathleen Zegarra Delgado es colaboradora de redacción en el Centro de Innovación Climática y Sostenibilidad. Ella es abogada, especialista en derecho constitucional ambiental por la Universidad Castilla-La Mancha, España y docente de postgrado en problemática ambiental y cambio climático en la Universidad Católica de Trujillo.
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